Imposible elegir uno solo, puedo elegir dos maestros que han forjado más que mi conocimiento: mi alma y mi corazón.
Consuelo: Científica de convicción, ejemplo de vida y amante de las causas perdidas (lo digo por todos aquellos que fuimos sus alumnos). Guerrera incansable de la formación y sobre todo, divertida, ella, más que mi maestra, se convirtió en una madre, una madre postiza. De esas maestras que sus clases eran las favoritas, no por la materia, sino por su manera de enseñarnos.
Gustavo: Deportista, entrenador (aunque no le gustan los torneos femeniles de fútbol), encargado de las escoltas, donde el impulso de ganar nunca se rindió, ha sobrellevado las adversidades a su máxima expresión. Y como todo maestro, preocupado por sus pupilos. Aquel que sin sus palabras de aliento en momentos difíciles, quien sabe donde estaría.
Me gusta pensar que cada maestro hacen la diferencia en los alumnos, pero yo me gané la lotería.
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